y aún sigo emprendiendo..

y aún sigo emprendiendo..

Recuerdo de cuando todo comenzó

En ese entonces vivía en General Lamadrid, en el Barrio Chino en donde no había ningún chino, pero por algún motivo que aún desconozco se llama así.

Resulta que había aprendido unos versitos que contenía las llamadas “malas palabras”.

Se me ocurrió que podía hacer dinero contando versitos y que los vecinos podían pagar por ello y vivir una experiencia artística nutritiva.

Pasa un vecino en bicicleta: “Ey, te cuento un versito por un peso”
En el año 1994, un peso era buena plata.
El vecino estaciona su bici y empiezo con mi acto sentado en el cordón de la vereda en la esquina de mi casa. El espectador se ríe, me paga, agradece y se va.

Pasa otro buen vecino caminando y la misma secuencia, con la diferencia de que mi hermana 4 años mayor estaba a mis espaldas escuchando. Termino mi servicio, cobro y la veo a mi hermana con ojos enormes sin poder creer lo que estaba presenciando. No se si se espantó mas por el verso o sólo fue un acto de envidia de ver como su hermano ya estaba ganando su pan. Sale corriendo para mi casa, salgo corriendo por detrás.


“MAMAAAAAA, Gonzalo esta contando versitos con malas palabras y ESTÁ COBRANDOOOOO”
La mire a mi mamá y le dije: “Si, pero hice 2 pesos”
Mi mamá se rió, me sentí aliviado y mi hermana tal vez confundida.

Así empezó el espectáculo.


A mi segundo emprendimiento lo tuve a los 10 años…

Vivía en Las Martinetas, un pueblo de 200 habitantes. Mi papá tenía una despensa: negocio de alimentos, artículos de limpieza, bebidas, golosinas…todo lo necesario para ser el único del pueblo. Llegaba el verano y en el pueblo faltaba algo: fuegos artificiales. Con unos pesos que tenía en la alcancía, fui a Lamadrid (la ciudad cabecera de Partido) y compré algunos “cuetes” como le decíamos en aquel momento.

El 20 de diciembre de 1998 monté una mesa afuera del almacén de papá e instalé mi negocio de cuetes. Me fue bien, pude ahorrar 70 pesos y comprarme unas zapatillas.

Pasaron muchísimas cosas en mi vida, de todo aprendí y agradezco.

Emprender es un estado de vida.

Como un montón de personas tuve muchos y variados trabajos: desde vender copas de equipos de futbol, a repartir volantes de un circo, ser vigilante de un paseo de compras, vender cursos de capacitación para mecánicos, administrar un transporte, etc, etc.

Estudié Administración de Pequeñas y Medianas empresas (PyMes) con la intención de obtener herramientas que me permitan desarrollar un negocio propio. No sabía de qué, ni cuando, pero sí sabía que quería ser un trabajador independiente, decidir qué, cuándo y dónde hacerlo. El por qué se fue construyendo.

Me recibí en el 2012 y en el año 2013 me adentré en el mundo de la encuadernación artesanal, del cual nunca más salí y sigo vivo, aunque muchas veces dije “por qué no me dediqué a otra cosa, por qué no fui panadero como mi viejo” como si no pudiese salir, como si hubiese sido raptado y disfrutara de eso. ME auto exploté muchas veces, incluso hoy A VECES lo sigo haciendo. EMPRENDER EN LATINOAMERICA NO ES FACIL, MENOS AUN UN EMPRENDIMIENTO ARTÍSTICO/ARTESANAL.

Emprender me dió grandes enseñanzas:
Disciplina, constancia, resiliencia, perseverancia, proyección, construcción de una identidad, defensa y desarrollo de la gestión cultural, capacidad para generar vínculos y redes creativas.

En el transcurso de diferentes notas voy a reflexionar sobre temas que me parecen importantes, para compartir con vos y trazar este nuevo canal de comunicación.


“Soy un explorador de lenguajes, un hereje de fuego incansable con un montón de hojas en blanco”

Sigamos!

GonzaG
gianottigonzalo@gmail.com

 

 

 

 

 

Recuerdo de cuando todo comenzó

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